¿Por qué Illich?

En 1978, el pedagogo austríaco Iván Illich publicó uno de sus libros más famosos: La sociedad desescolarizada. En ese libro afirmaba:

“Un buen sistema educacional debería tener tres objetivos: proporcionar a todos aquellos que lo quieren el acceso a recursos disponibles en cualquier momento de sus vidas; dotar a todos los que quieran compartir lo que saben del poder de encontrar a quienes quieran aprender de ellos; y, finalmente, dar a todo aquel que quiera presentar al público un tema de debate la oportunidad de dar a conocer su argumento”.

Hace así casi cuarenta años, este visionario se atrevió a anticipar lo que hoy en día es una realidad: vivimos en una sociedad conectada, en la que el conocimiento no es algo estático y en la que podemos aprender en cualquier momento y lugar y de cualquier persona que pueda ofrecernos aquel conocimiento que necesitamos.

Llamamos a nuestro proyecto ILLICH en honor de este pedagogo, que si viviera en nuestros días, entendería que las personas necesitan poseer las herramientas necesarias para buscar, gestionar, producir y distribuir el conocimiento. Las escuelas son entornos de educación que han de abrirse a las formas de gestión del conocimiento del siglo XXI. Y para ello el profesorado ha de estar familiarizado y manejar las herramientas digitales que le permitan ofrecer a sus alumnos la mejor educación posible.

ILLICH es un proyecto que surge de la experiencia y la investigación de un grupo de personas comprometidas con la innovación, el desarrollo, el asesoramiento y la mejora de las escuelas. Las tecnologías digitales son nuestras herramientas de trabajo y de conocimiento para poder desenvolvernos en la sociedad actual.

Estas herramientas se concretan en la denominada “Competencia Digital” que el Marco Común Europeo ha definido como “La competencia digital abarca el uso seguro y crítico de la tecnología de la sociedad de la información para el trabajo, el ocio y la comunicación. Se sustenta en las competencias básicas en TIC: el uso de dispositivos para obtener, evaluar, almacenar, producir, presentar e intercambiar información, así como para comunicarse y participar en redes de colaboración a través de Internet”.

Nuestro decálogo

ILLICH surge a partir de la amplia experiencia de formación, docencia e investigación de un grupo de personas que unimos nuestras ideas para una mejora de la educación enriquecida con tecnologías digitales. ¿Qué nos une? Los principios que asumimos son:
  • Se aprende a lo largo de la vida

     las personas, independientemente de su edad, condición, nivel social o cultural,  sienten necesidades y motivación para aprender. El ser humano no es un sujeto acabado y necesita ir alcanzando espacios de desarrollo personal y profesional. Ello supone asumir que cualquier acción formativa dirigida a adultos ha de plantearse desde un punto de vista evolutivo, personalizado y situado.

  • Autoformación

    No vale decirles a las personas lo que tienen que hacer. Las personas han de tomar la iniciativa y responsabilidad de su propia formación. Individualmente o en grupo, cualquier iniciativa de formación debe dotar a los implicados de las herramientas conceptuales e instrumentales que les proporcionen autonomía en el aprendizaje.

  • Colaboración

    Las personas desarrollan procesos de aprendizaje profundos cuando se generan espacios de colaboración, diálogo y trabajo colaborativo. El aprendizaje social es una de las características del aprendizaje en el siglo XXI y debe de ser incorporado en cualquier acción de formación.

  • Aprendizaje contextualizado 

    El aprendizaje se produce de manera significativa cuando se acortan las distancias entre el contexto de aprendizaje y el contexto de aplicación de lo aprendido. El lugar donde se enseña debe ser el lugar donde se aprende. Cualquier acción de formación debe desarrollarse lo más cerca posible tanto del espacio físico como cognitivo y emocional de los sujetos participantes.

  • Aprender con tecnologías para enseñar con tecnologías

     No podemos aspirar a que el profesorado utilice tecnologías digitales en sus aulas si no las utiliza para aprender y formarse.

  • Aprendizaje distribuido y ubicuo

    La sociedad del conocimiento ha generado posibilidades de aprendizaje para las personas, sin limitaciones de espacio y tiempo. Hemos de aspiramos a potenciar  el aprendizaje distribuido y ubicuo dando así posibilidad de formación a personas que por diferentes razones (edad, movilidad, trabajo, motivación, etc.) no pueden acceder a las ofertas formativas de las instituciones presenciales.

  • La investigación educativa generadora de conocimiento

     Asumimos que la investigación es fundamental para el desarrollo de las sociedades y las personas, porque contribuye a generar conocimiento para comprender y explicar los procesos educativos. Pero en la misma línea estamos convencidos de que la investigación debe asumir el compromiso con lo cercano y relevante para las escuelas, los profesores y los alumnos.

  • El contenido cuenta

     El contenido que el profesor enseña no debe quedar al margen cuando se aprenden competencias digitales. El conocimiento tecno-pedagógico del contenido facilita que el profesorado integre mejor las tecnologías adaptándolas a su propia disciplina o materia curricular.

  •  La innovación como vocación

    La sociedad del siglo XXI es compleja y los procesos educativos, sociales, de comunicación, etc. se están reinventando continuamente. El sistema educativo y formativo requiere personas comprometidas con una innovación que busque respuestas creativas a los problemas actuales. Las escuelas, todas las escuelas deben ser laboratorios de innovación donde los profesores se arriesguen, conozcan e indaguen. Escuelas mejoradas que necesitan nuestros chicos y chicas.

  • El aprendizaje es el centro

    Las tecnologías digitales por sí solas no mejoran la calidad de los aprendizajes de nuestros alumnos. Las tecnologías digitales son un apoyo y un medio para favorecer un aprendizaje basado en la práctica, en proyectos y en la resolución de problemas.